Las hermanas de la joven acababan de llegar y desde la puerta de su habitación pudo oír como se enteraban de que a estaba en casa.
Ambas subieron a su cuarto.
Andrea se acercó a abrazarla.
-Te he echado de menos, ¿qué tal va todo?-le dijo a Sharon.
-Bien, en lo que cabe.
Margot también se acercó a saludar.
Ayudaron a Sharon a colocar lo poco que le quedaba ya en la maleta, cosa que la sorprendió mucho, ya que recordaba a sus hermanas aún como las niñas chillonas que lo único que hacían era pelearse entre ellas y echarle la culpa a ella de los destrozos de ambas.
Lo cierto es que para nada parecían ya esas niñas, había pasado mucho tiempo.
Se sentaron todas en la cama.
-Bueno, Sharon...¿ya por fin tienes novio? Espera, no, estás con ese tal Brandon que...-comenzó a decir Margot.
-Ya no, hace mucho tiempo que terminamos. No tengo novio ni nada por el estilo-explicó la joven-. ¿Qué hay de vosotras?
Andrea habló:
-Yo estoy empezando algo con un chico de mi clase. Se llama Arthur. Es bastante cariñoso y alegre, siempre se está riendo y haciendo chistes.
-Además es muy guapo-añadió Margot, sonriendo.
Las tres se echaron a reír.
-¿Podemos quedarnos esta noche a dormir contigo? Haremos palomitas y pondremos una peli-propuso Andrea.
-Vale-accedió Sharon.
Le apetecía estar con sus hermanas, hacía años que no las veía. Parecían tan cambiadas, sobre todo Andrea.
Pasó la noche con ellas entre risas y se durmieron tarde.
A las nueve de la mañana recibió un mensaje que la despertó.
-Estoy en el aeropuerto, ¿me vienes a buscar?-leyó en voz alta.
Inmediatamente escribió.
-¿Cómo que ya estás aquí? Vale, iré, dame veinte minutos.
Se vistió con sus jeans y su camiseta negra sin mangas y salió a la calle.
Puso en marcha el coche y se dirigió al aeropuerto, donde Roberto esperaba sentado en una silla con una pequeña maleta al lado.
-Me has despertado, ¿lo sabías?-dijo Sharon, fingiendo enfadarse.
-Vaya, hombre. No era mi intención, lo siento.
Se vistió con sus jeans y su camiseta negra sin mangas y salió a la calle.
Puso en marcha el coche y se dirigió al aeropuerto, donde Roberto esperaba sentado en una silla con una pequeña maleta al lado.
-Me has despertado, ¿lo sabías?-dijo Sharon, fingiendo enfadarse.
-Vaya, hombre. No era mi intención, lo siento.
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